El otro día os comentaba que estaba a medias con un chico. No pusimos etiquetas pero hace una semana, este chico, Gonzalo, me dio a entender que éramos pareja o estábamos en proceso de serlo en un futuro. Hace un mes y medio que nos conocimos por Grindr. Me saludó, pero no me convencía, lo veía pequeño (él tiene 21 años y yo 24), era de fuera de Barcelona y físicamente no me llamaba la atención. Fui cruel y supongo que el karma me lo ha querido devolver.
Gonzalo trabaja en Iberia y no sé si recordáis que este verano, el aeropuerto de Barcelona ha sufrido un caos. Me iba a Mallorca y él, unas semanas antes, me dijo que me podría ofrecer el denominado Fast Track y el Priority Boarding de forma gratuita. Quedé con él solo para que me diera las tarjetas de embarque y en ese momento pensé: ¡Es monísimo! Pero no físicamente, sino todo él. Así que cuando nos despedimos le di un beso muy infantil.
Desde entonces nos hemos ido viendo, aunque a mí me preocupaba que la relación que teníamos era más de amigos (por el poco cariño que nos mostrábamos). No sé si sabéis que mi primer ex-pareja me dejó en el Maremágnum de Barcelona, Mateo también, así que no es muy difícil saber dónde me propuso ir Gonzalo. Os cuento un poco lo que ocurrió.
Ayer Gon estaba tocado, no sé si es porque ha hecho algo que no debería hacer. Él me contó que eran problemas que tenía en casa. Cenamos en una pizzería y me sacó el tema de mis ex, concretamente me preguntó si no me daba miedo volverme a enamorar y yo le dije que no, aunque le temo a la infidelidad. Me preguntó si estaba todavía “pillado” de alguno y obviamente me puse a reír porque para mí ellos son el pasado. Le pregunté lo mismo a él y me respondió con un: tampoco.
Es entonces cuando le comenté que me sorprendía cómo llevábamos la relación, porque somos muy poco cariñosos y lo que veo con él es más una relación de amistad (aunque yo no quiera eso). Le expliqué que me reprimo y me freno porque al ver que Gonzalo es más distante, no le quiero atosigar. Es entonces cuando me contó, con los ojos vidriosos, que tenía miedo porque me veía demasiado guapo, que tiene pavor a que en un futuro le diga que quiero experimentar y hacerle daño. Como sabe que no he hecho nada, dice que a todo el mundo le pasa esta etapa. Yo le insistí en que no creo que me fuera a pasar y le quise hacer ver que eso que siente es que no confía en mí.
Subimos La Rambla de Barcelona, le dejé en la estación de tren y me preguntó: ¿ahora me dejarás de hablar? Empecé a titubear y le respondí que no, pero que pensaba que lo nuestro iba bien y que me costaba verle como amigo, aunque sé que nos conocemos de hace poco. Gonzalo me contestó: ¡Vaya, es que aquí sí que eres como todos! Sabes que no te he puesto los cuernos, ni tú a mí. No nos hemos hecho nada, pero como ya no sale la relación como quieres, me dejas de hablar.
Me sentí impotente y por dentro me quemaba la rabia porque siempre pienso en los demás y, por una vez que no quiero hacerme daño, me dice eso. Nos despedimos con dos besos y me fui. Luego me envió un WhatsApp que ponía: Buenas noches, Pablo 😞 que descanses. A lo que le contesté: Buenas noches Gon, que lo pases genial en Port Aventura (hoy iba allí con sus amigos).
Ojalá el miedo se vaya. Ojalá, pero la vida me ha enseñado que en lugar de darte besos, te da hostias.